jueves, 31 de enero de 2013

La última carta

Han pasado ya 7 meses desde el incidente...
Tu frívola incriminación en algo de lo que ambos fuimos culpables, fue la gota que derramó el vaso, y fue justamente la que apagó de manera definitiva la flama de aquel fuego que en algún momento llegó a arder dentro de mí como una hoguera, apagaste el pábilo que yacía humeando, intentando de alguna manera sobrevivir ante las ventiscas de tu indolencia y tu arrogancia, pero al fin, soplaste tan fuerte, que fue imposible mantener encendido lo último que quedaba, ya incluso las cenizas habían dejado de arder. Lograste que te sacara del único lugar del que no querías salir, mi corazón, al fin quedó libre para mirar hacia el horizonte, en espera de aquella figura que tantas veces dibujé y a la que por error llamé por tu nombre.

El fin de éstas líneas, no es recordar los estragos que dejaron tus memorias en la historia de mi vida, sino para celebrar el fin de tu historia en mi presente, para recordar que después del dolor, si hay alivio, que después de la agonía el fin no siempre es la muerte, que es parte del proceso de fortalecer aquello que era débil y frágil para que no vuelva a romperse, el propósito de estas palabras es recordarme a mi misma que sobreviví, que tú no fuiste el final, es para leerlas y recordar que el haber llegado hasta aquí ha sido una dulce victoria... Son mis últimos pensamientos para ti, jamás para incitar un mal a tu vida, jamás para desear una venganza, sino como un testimonio de todas aquellas cosas que sé ahora no debo volver a permitirme, de las cosas que gracias a ti aprendí, para no repetirlas, para no lastimar a quién no lo merece.

Esta es mi última carta, mis últimas letras que estarán escritas en memoria de ti, nombrando aquellas cosas que sin querer y en silencio me enseñaste, aprendí la importancia de la honestidad, virtud que no conocías por todas aquellas veces que mentiste para salir librado de las cosas que te comprometían, valorando la verdad como un preciado tesoro que todos deberíamos poseer, aprendí a no dejar salir por mi boca todo lo que pienso, porque olvidamos que las palabras son dagas que se entierran en el pecho y en la mente provocando heridas que duelen cada vez que se piensan, y así fue por mucho tiempo, las cosas que dejaste salir de tu boca dañaban mi mente cada vez que sonaban en mi cabeza, aprendí a no manipular, no puedo ser capaz de fingir ser alguien que no soy, dolía mucho cuando veía como las personas te describían de una manera que para mi era imposible creer, en algún momento hubiera deseado que realmente fueras la persona que ellos describían, así que decidí ser yo misma, para que nadie se decepcione cuando se caigan las caretas... En fin, esto fue solo por mencionar algo de las cosas que con tanto esmero me enseñaste ¿Y sabes? Prometo no olvidarlas, sé que me ayudarán a hacer feliz a la persona que ahora merece mi corazón.

Sé que jamás leerás estas líneas, y honestamente, no estoy muy interesada en que lo hagas, me basta y me sobra con leerlas yo misma y agradecer a Dios, que al fin esta historia llegó a su final...

Con agradecimiento Cinthya.