lunes, 14 de noviembre de 2011

Palabras.

Indiferente, indolente, sí, me da igual, y es que sobran razones y motivos para sentirme así... Palabras, sin tan solo midieramos su fuerza, a veces creemos que podemos dejarlas salir así, pensando en que jamás causarán efectos, pensando en que jamás recogeremos lo que de nuestra boca dejamos salir.

No las medimos, no las racionamos, ni si quiera las pensamos, no entendemos los efectos de las mismas, las consecuencias de estas, las heridas que causan, los daños que ocasionan, sobre todo porque una vez fuera de tu boca ya no las puedes recoger, porque ya no regresan, porque jamás volverán a ser silencio.

Muchas veces dejamos hablar a nuestra soledad, que a gritos pide compañía, que pide que los vacíos sean llenados, vacíos abismales que ningún ser humano es capaz de llenar, y comenzamos a crear ausencias, porque jamás estuvimos ahí, por que escupimos lo primero que nos pasó por la mente, por que el corazón no tiene idea de que es lo que quiere, y mi razonamiento solo exige mitigar la soledad, ahogar los gritos de mi silencio que agudizan el dolor por no saber que es lo que se quiere.

No me expreso por mi, es el peso de tus palabras, su efecto, a lo largo de estos años las secuelas que han dejado, lo que yo permiti que causaran, el daño que hicieron a terceros...

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