viernes, 3 de agosto de 2012

Ungüento y Veneno

No pude decirte adiós, no pude abrir mi corazón a quién quería sanar las heridas que habías dejado, no pude desprenderme de tu recuerdo, ni del dolor que este me causaba, no pude simplemente borrar cada instante vivido, cada caricia, cada roce de tus labios.

Tantas memorias en mi mente, tu voz en mi cabeza haciendo eco, y tus repetidas apariciones en mis sueños... Arrancas suspiros desde lo mas profundo de mi ser, y es porque te amo, te amo en silencio, te amo a gritos desesperados, y te amo en medio de mis tormentas, donde en lo profundo de ellas hay calma.

Te pienso, te siento y espero algún día te vayas, que irónico y que contrario, tanta necesidad de tenerte cerca, y a la vez tantas ganas que estés lejos, a veces ungüento y a veces veneno, pero al final tú.

LA IGNORANCIA DUELE, LASTIMA...

Realmente ¿somos responsables por ignorar las cosas?
No lo creo, la palabra de Dios dice que si alguno tiene falta de sabiduría que la pida a Dios (Santiago 1:5)

La anomalía no está en la ignorancia, sino en lo que hablas cuando desconoces el concepto de todas las cosas, cuando sólo has visto algo de manera superficial y te atreves a juzgar, creo que sí, ese es el punto y la palabra, JUICIO, la persona que no sabe reconocer su ignorancia, generalmente pretende saberlo todo, y se jacta de jamás equivocarse, la mayor parte de las veces, se vuelven personas incómodas, de esas que sueles llamar piedritas en el zapato, y no es porque dejes de verlo como prójimo, sino porque son de ese tipo que creen que todo lo saben, que ya no hay nada que aprender.

Y duele, porque tienes la capacidad de tolerarlas, de sobrellevarlas, pero ¿Qué hay de aquellas personas que apenas comienzan a caminar? ¿De aquellas que tienen la necesidad de aprender, y se topan con gente de éste tipo?

Analiza lo que sale de tu boca, analiza la abundancia de tu corazón, la ignorancia no sólo provoca heridas en los corazones de quienes te escuchan hablar, sino que te impide caminar, te estanca y además evita que sigas creciendo... La ignorancia es como un cáncer, se extiende en silencio, parece que no hace daño, y cuando te percatas de su existencia, los daños que éste ha ocasionado, son irreversibles, y  no se trata de que te llenes de conocimientos, sino de reconocer tu condición, de ser humilde, y aceptar la exhortación de quién te pueda guiar al cambio.

¿Cómo reconozco mi condición? Sencillo, analiza todas las cosas que salen de tu corazón, cada palabra, cada actitud, cada reacción ante todas las situaciones.