lunes, 3 de octubre de 2022

AGONIA...

Ya sanaron los golpes, y no quedaron cicatrices, el labio ya no está hinchado, tampoco el ojo está amoratado, ya no duele la espalda, ni las costillas al respirar.

Pero el alma sigue doliendo, la frustración sigue sofocando, la impotencia continúa llenando de lágrimas mis ojos, y mi reflejo en le espejo continúa llamándome estúpida una y otra vez al recordarme que decidí darle una oportunidad a lo desconocido.

Creí haber encontrado mi refugio, soñé con el amor que jamás termina, con las caricias llenas de pasión, con el fuego que no se apaga, noches de charlas, abrazos eternos, sonrisas emulando complicidad, la piel que te quita el frío, amaneceres llenos de esperanza, tú.

Y solo dibujaste días grises, atardeceres de incertidumbre, desesperanza, angustia, dolor... Tú.

Tú, roto, imperfecto, de muecas desencajadas, mirada extraviada, ansiedad incontenible, cautivo de tu libertad, sin rumbo, sin puerto de llegada, tú, apasionadamente imperfecto, escandalosamente espontáneo, luchador sin causa, pero de su pasado, tú.

Me llenas de rabia, porque no desapareces, porque no terminas de irte, porque me dueles, porque la herida fue profunda, los sueños grandes y la decepción eterna, porque sabía que jamás debí haber apostado todo por ti, y aún así lo hice y perdí, me perdí.


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