Busque todas las razones correctas para quererte, porque
generalmente ocasionas todo un caos dentro de mí, en donde colisionan todas mis
emociones al saber que en cualquier momento te darás la media vuelta para no
volver nunca más.
Quizá porque duela menos el vivir esperando eso que nunca ha
de llegar, la distancia eterna y el saber que por ahí eres de todas y de nadie
a la vez, que tus palabras han llegado a muchas que se han idealizado en el
eterno abrazo de tu olvido, porque juegas a estar y te vas.
¿Quién eres en realidad y qué buscas?
Probablemente en el engaño de aquello que finges ser, esté
el ideal de lo que siempre haz anhelado convertirte… Pero no te has dado cuenta
que solo vas por la vida creando ilusiones con palabras lisonjeras que jamás llegarás
a cumplir, rompiendo corazones con promesas nupciales que nunca vas a hacer
realidad y eso es bastante bajo incluso para ti…
Entonces, agradecida debo estar por tu última partida, por
tu desprecio y desdén, porque ha sido un favor divino, el que necesitaba para abrir
los ojos y renunciar definitivamente a ti, para no volver a esperar que
regreses con una nueva excusa, con otra mentira, con un pretexto más.
Sí, debo de agradecer al cielo su eterno amor y su
intervención oportuna, porque lo hubiera dado todo por ti, sin dudas, sin
cuestionamientos, sin condiciones, porque te era fiel, porque te creí, porque
de verdad que veía el otro lado de tu alma, la pasión desenfrenada, el guerrero
que jamás se dio por vencido, vi lo que ni siquiera tú alcanzabas a ver…
Así que en estas líneas que espero que algún día llegues a
leer, quiero hacer de tu conocimiento que por fin te dije adiós, porque no
puedo seguir en el eterno juego donde regresas y te vas, sobre todo porque sé
que nunca fuiste mío, sólo mío, como yo solo fui de ti… Me despido deseando que
encuentres todo lo que estás buscando, que tu alma se satisfaga, que tus deseos
se cumplan y que tu vida se llene, que la soledad se termine y que su propósito
eterno te alcance.
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