No quiero...
Eso fue lo último que escucho antes de irse a dormir, se dio la media vuelta apago la luz y también su corazón... Escucho como algo dentro de ella se rompía en pedazos, sí, la indiferencia la estaba destruyendo, el cansancio de una vida rutinaria y de tantas batallas perdidas la estaban haciendo añicos, el esfuerzo por la perfección para poder encontrar el escurridizo camino hacia la felicidad.
Recibía caricias al alma, pero de quién no las necesitaba, palabras lisonjeras capaces de elevar él autoestima de aquella alma que se sentía vil y menospreciada (olvidada diría yo), pero ¿Qué valor tienen sino son provenientes de los labios de aquel al que desea con pasión?
Aquella noche durmió el la habitación contigua, su alma tuvo frío, su corazón se heló de indiferencia y supo que a pesar de que él le vuelva a sonreír, ella jamás lo volverá a mirar como la primera vez, como cuando se enamoró de él.
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